domingo, 27 de septiembre de 2015

Jesús ante Caifás, según Jose María Martín Descalzo.

... El palacio de Caifás tendría sin duda aquel lujo excesivo que Herodes había puesto de moda  y que las familias ricas de Palestina seguía en una carrera de prestigio social. Las paredes de mármoles jaspeados apenas se veían, cubiertas como estaban de los más finos tapices persas. Las lámparas de bronce pendían del techo o ardían adosadas a las pilastras laterales.

Acababa de ocurrir la resurrección de Lázaro y un hecho así les traía desconcertados. Hasta ese momento el galileo Jesús se había limitado a predicar a las pobres gentes. Carecía de todo influjo social. Pero ahora era diferente. Lázaro era bien conocido en Jerusalén y un hecho como el ocurrido no dejaría de impresionar a toda la ciudad.

Caifás tomo la palabra y dijo: Vosotros no sabéis nada, ni reflexionáis que os interesa que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.

Era un hombre expeditivo, brutal, tajante, práctico, orgulloso, seguro de sí mismo, con los ojos más abiertos en política que en ética, alguien para quien el fin justifica todos los medios, partidario de eliminar el obstáculo antes de verlo, seguidor de la religión del interés. Este era el juez de Cristo, alguien que había pronunciado la sentencia y de muerte, mucho antes de que el juicio comenzara....



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