domingo, 25 de febrero de 2018

Presentación de Enrique Vega en pregón Verdad y Sagrario.




Buenas tardes.
Que Carranque demuestre a toda la Málaga cofrade que pese a que ha llegado medio siglo tarde a la proclamación nazarena, la espera ha valido la pena y en poco tiempo el patio de los Naranjos de la Catedral se verá refulgido por los siete puntos de luz de un candelabro que presenció el más infame de los juicios al Rey de Reyes y por la verde mirada de una Virgen, que es el Primer Sagrario de la Cristiandad.

Aún suenan entre los arcos de estas vetustas naves, los ecos de las últimas palabras del pregón del año pasado, de la presentación del cartel de Maribel Fernández, que  todavía se ve en los escaparates de algunos comercios del barrio.

Sr. Cura párroco, D. Eugenio, Dignísimas autoridades, representantes de distintas hermandades, grupos parroquiales y asociaciones cofrades, amigos todos:

Ha pasado un año de vida en la Iglesia. El calendario sigue su curso inexorable, y poco a poco la hermandad de Verdad y Sagrario se va haciendo un hueco en la Málaga cofrade, pero ante todo se va haciendo espacio en los corazones de todos nosotros.

El sueño se hizo realidad y el reto se cumplió con buena nota. Se hizo Estación Penitencial hasta la ermita de Zamarrilla, donde una hermandad histórica con 3 siglos a sus espaldas recibió corporativamente a un proyecto cofrade de poco más de 3 años. Historia e ilusión se dieron la mano. Se fusionaron Milagros y Verdad, Amargura y Sagrario.

Durante mucho rato fui abriendo cortejo junto a la cruz-guía. Fue ciertamente simbólico y emocionante ir bendiciendo con la sombra que proyectaba la Cruz, calles que nunca habían palpitado con el sentir nazareno ni habían sido bautizadas con gotas de cera penitente, como Ingeniero Torre Acosta, Santa Elena, Blanco Coris o Arango. Pero sobre todo fue emotivo postrarnos con el hábito nazareno ante el Sagrario de la vecina parroquia de la Amargura o rezar ante el inerte Crucificado de los Milagros, minutos antes del inicio de su traslado.

El ciclo continúa y de nuevo nos invade una Cuaresma, tiempo de penitencia, caridad y oración.
Y así, toca nuevo cartel y nuevo presentador.


Este año subimos el listón en la oratoria y en las vivencias. Tenemos un pregonero de primera, de lujo. De los candidatos al atril del Cervantes. Tenemos a Enrique Vega (hijo) como lo tengo registrado en el móvil, para no confundirlo con Enrique Vega (padre).
Sabéis que el presentador no puede extenderse más de 5 minutos, por lo que es imposible relatar aquí la biografía humana, profesional o cofrade del amigo Enrique, tan grande y potente como su voz, como su presencia.

Enrique Vega es un tipo afable y dialogante. Es buena gente. Es de los que siempre te saludan cuando te lo cruzas por la calle. Es un hombre emprendedor e inquieto, y no sólo en su juventud de militar en múltiples destinos o acciones, sino en la actualidad como empresario. Su currículum es inagotable: criminólogo, detective privado, buceador, paracaidista, tirador, experto en explosivos, etc. etc. Sin duda su vida daría para una buena película de acción. Incluso daría para una serie. Pero sobre todo destaco que aún siga formándose, ya que en la actualidad está cursando estudios de Derecho.  
Cómo no, destacar su faceta de padre, continuando la saga de los Vega, con sus hijos Alba, Enrique, y Alejandro. 

Y qué decir de su trayectoria cofrade. Se ha criado bajo los varales, con la escuela de su padre, viviendo de primera mano la evolución de los tronos en la década de los 80 y 90 y el cambio de siglo. Ha pasado de las túnicas viejas a las de escudo serigrafiado; de cobrar unas pesetas por salir, a ser hermano portador de cuota; de recoger la ropa minutos antes, a los ensayos tan de moda actualmente.
 Ha sido capataz de grandes buques marianos como  Dolores y Esperanza o la Virgen de la Paz. Y sigue navegando otros barcos cofrades como  Dolores Coronada, Humildad y Paciencia o el Nazareno del Perdón.



O sea, que ha tripulado tronos durante muchas millas náuticas, caminando marcha atrás y mirando cara a cara el llanto sereno de Vírgenes matizadas por ascuas de luz, bajo el vaivén de sus palios, o viendo a Cristos ensangrentados, que intuyen el martirio salvífico. Y siempre preocupado por su tripulación, dosificando los esfuerzos de sus marineros y grumetes, a los que no puede faltarles reconocimiento, compromiso, orden, complicidad y cariño, y sobre todo mucha agua del botijero.
Y digo que Enrique tripula tronos, porque bajo el asfalto de las calles de Málaga está el mar Mediterráneo y por eso nuestros tronos se mecen como acunados por las olas, y la campana los dirige como en los barcos. Los buenos capataces tienen que sortear los imprevistos de la mar. Las olas y las corrientes pueden ser traicioneras, como las ramas de los árboles o los eternos cables para los palios.

  
Enrique no es nuevo en esto de pregones, presentaciones o conferencias. Y repito que es un candidato al Pregón Oficial, desde su faceta como hombre de trono y capataz, que tiene múltiples vivencias para compartir.  Antes ya ha pregonado a Humildad y Paciencia o Puerto de la Torre, y lo que le espera, que seguro es mucho y bueno.

Y termino. Para conocer como es Enrique Vega, su madera de líder, sus dotes organizativas y de mando, donde los portadores son amigos y aliados en busca de un objetivo común, les invito que vayan el próximo Martes Santo, a eso de las 11 y media o  12 de la noche a la curva de 180 grados, pasada la tribuna de los pobres. La gente de Nueva Málaga lleva a esa horas un largo trecho y otro tanto que les falta. La maniobra del Nazareno del Perdón es imposible, mágica, mítica, milimétrica, sublime. La curva es un ballet coordinado de 200 corazones a la vez. La maniobra es esencia de la Semana Santa de Málaga.

Nueva Esperanza es un ejemplo. Es un referente donde se tienen que mirar los cofrades de Carranque. Allí, en aquel giro imposible se demuestra que con amor a los titulares, con fe y devoción todo es posible, como desafiar las leyes de la física, con cansancio incluido, pero acompasado por sones musicales, aplausos y voces de ánimo de los capataces.
Luego al rato Enrique hijo baja desde el Puente de la Aurora para disfrutar viendo como su padre dirige la maniobra de la Virgen de Nueva Esperanza. Y seguro los nietos también andan por allí. Porque la Semana Santa tiene relevo generacional, y en este caso lo confirmamos con el apellido Vega.

Amigo Enrique Vega (hijo). Tuya es la palabra.   

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